La cantidad de plásticos en el mundo es de 8.300 millones de toneladas, de las cuales 6.300 millones son basura. A día de hoy, los plásticos representan el 44% del consumo mundial de envases. Su producción comenzó en los años 50 y ha crecido exponencialmente durante las últimas siete décadas, bajo el lema «El plástico es fantástico». Sin embargo, en 2020 se produjo un cambio inesperado: la producción de plástico empezó a descender, sobre en el mercado europeo.

Fue entonces cuando tomamos conciencia de que el uso de este material es perjudicial para nuestro planeta. Sin embargo, no está resultando fácil encontrar una alternativa convincente. Por ello, el plan B es encontrar otras vías que mejoren su nivel de comercialización y sustituirlo por materiales más fáciles de reciclar, como el vidrio, el aluminio y el papel. Además, poco a poco están surgiendo nuevos bioplásticos.

Teniendo esto en cuenta, ¿Cuál será el futuro de los envases? ¿Cómo lograremos cambiar a una solución más ecológica? ¿Qué soluciones son las más adecuadas?

Economía circular del plástico: el reciclaje avanzado

Dado que el plástico se ha convertido en un elemento fundamental de los envases y que es difícil de sustituir, la opción más sencilla sería mejorar su nivel de reciclado. Por ejemplo, si se rediseñan los envases, estos podrían ser más fáciles de recoger y reciclar.

En 2020, se enviaron 10,2 millones de toneladas de plástico a instalaciones de reciclaje en todo el mundo. Sin embargo, el 93% de la demanda mundial de polímeros es plástico virgen. El resto son en su mayoría plásticos reciclados de forma mecánica. El proceso de reciclaje mecánico en sí mismo no es suficiente para conseguir que se produzca un cambio total hacia la economía circular, ya que es más caro que el plástico virgen y tiene menos posibilidades de uso.

Para compensar esta falta de eficiencia, la industria ha estado invirtiendo en el reciclaje molecular, también conocido como reciclaje avanzado. Este método consiste en descomponer y depurar los residuos de plástico para hacerlos inodoros, incoloros y sin contaminantes. En otras palabras, el reciclaje avanzado busca una solución para hacer una resina similar a la virgen. El proceso se consigue utilizando productos químicos, pirólisis u otros sustitutos no químicos. Se espera que el uso del reciclaje avanzado crezca hasta convertirse en el 10% del uso anual de plástico en 2040. Sin embargo, ¿es una práctica realmente sostenible? Este proceso puede ser muy costoso en términos de energía o muy contaminante en términos de productos químicos utilizados en el proceso. Por lo tanto, en los próximos años, el sector requerirá una inversión considerable y habría que evaluar su sostenibilidad.

Los sustitutos convencionales

Por otro lado, existen otras tres opciones sostenibles en el sector de los envases: el vidrio, el aluminio y el papel.

A diferencia del plástico, que es un invento bastante reciente en la historia de la humanidad, el vidrio existe desde hace siglos. El primer envase de vidrio hueco fue creado por los egipcios en el año 1500 a.C. Su uso se democratizó mucho durante el Imperio Romano, con la invención del soplete. Fue el comienzo del vidrio tal y como lo conocemos hoy. El vidrio es un material sencillo, pero con grandes propiedades: se puede reciclar sin pérdida de material, es inodoro y por tanto se puede reutilizar casi de forma infinita.

A día de hoy, el vidrio sigue teniendo una cuota importante en la industria de los envases, con un mercado de más de 50.000 millones de dólares.

No obstante, y aunque suele considerarse una opción sostenible y viable, su reciclaje es más caro y menos ecológico que el del aluminio. Debido al peso del vidrio, las emisiones del transporte y el enfriamiento de las latas son entre un 35% y un 49% menores que las de las botellas de vidrio. Por esta razón, desde los años 80, el mercado secundario de aluminio reciclado ha ido creciendo. Como resultado, casi el 75% del aluminio que se ha producido en el mundo sigue utilizándose hoy en día. Las latas de aluminio que se comercializan hoy en día tienen un 73% de contenido reciclado, lo que supone 12 veces más que el plástico y 3 veces más que el vidrio.

El mercado del aluminio tiene un valor superior a los 50.000 millones de dólares. Con un crecimiento del 4,4% de la tasa compuesta anual, el aluminio es una opción sostenible que cada vez es más adoptada por los consumidores finales.

El papel también es una buena opción sostenible. Puede reciclarse entre cinco y siete veces. En Estados Unidos, la tasa de reciclaje es del 68%. Sin embargo, a diferencia del aluminio, el papel no es infinitamente reutilizable; siempre necesitaremos más materia prima para obtener recursos. La industria de la pasta y el papel también es conocida por su elevado consumo de agua. Para producir una hoja de papel A4, la industria necesita 20 litros de agua. Se espera que el mercado global del papel crezca con una tasa de crecimiento anual baja o de un solo dígito. Aun así, el papel es una opción más sostenible que el plástico. Su cuota de mercado en el sector de los envases está aumentando, ya que cada vez hay más marcas que cambian el plástico por las bolsas de papel y el papel de envolver.

El bioplástico, la alternativa más puntera

Además de los tres materiales alternativos comúnmente conocidos, se está trabajando en el desarrollo del bioplástico. Los biopolímeros cuentan con dos características principales que los hacen más ecológicos que su alternativa convencional: el origen biológico y la biodegradabilidad. La capacidad total del mercado hasta la fecha es de 2,42 millones de toneladas y casi la mitad se encuentra en Asia. 1/3 de los biopolímeros son de origen biológico, pero no biodegradables, y 2/3 son biodegradables.

La fabricación de polímeros de origen biológico requiere cualquier tipo de recurso de carbono. Hoy en día, las primeras fuentes son los cultivos y los aceites, lo que hace que esté unido a una variación de costes como las materias primas. Mientras que algunos biopolímeros proceden de fuentes alimentarias, otros pueden producirse utilizando residuos industriales o restos de cultivos, lo que evita el problema de utilizar alimentos aptos para humanos o animales. La próxima generación, que hasta ahora resulta casi una ciencia-ficción, se fabricará directamente a partir de moléculas de carbono.

El inconveniente de los biopolímeros es que, cuando se mezclan con otros polímeros reciclables, complican el proceso de reciclaje. A lo largo de los próximos años, los países tendrán que desarrollar nuevas normativas sobre qué polímero debe usarse para cada producto y educar a la población para que recicle sus plásticos adecuadamente para marcar la diferencia.

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